jueves, 31 de marzo de 2011

"BI"envenido Apertura 2011

Sin lugar a dudas, el 2010 para 85 Choppy fue un año que quedará en la memoria de todos sus integrantes. Y muchas cosas pasaron como para no entenderlo así. Quizás el nacimiento de un equipo, la conformación de sus integrantes y el posterior debut por los puntos pueda ser para muchos -y con razón- motivo suficiente para no olvidar aquella temporada, pero cuando ese mismo grupo obtiene grandes resultados es difícil quedarse solamente con el principio. Cuando un equipo alcanza el título de Campeón en su primer año de vida, es imposible mirar para otro lado. Y Choppy se superó a sí mismo. Su debut fue arrasado primero por duras derrotas que lo colocaron en una posición incómoda, difícil de afrontar por tanta ilusión generada. Pero inmediatamente apareció el sueño del campeonato, a partir de importantes victorias. Lo que parecía un objetivo difícil se transformó en una meta cumplida faltando pocas fechas para terminar el torneo en la B. El ascenso en el bolsillo obligaba a más, y si bien el título finalmente quedó lejos, el subcampeonato y la clasificación a la Copa de Campeones pusieron al celeste en un lugar de privilegio pese a su corta vida como equipo.
Y así llegó la Copa y una dura derrota en cuartos de final que demostraba la gran ambición de un plantel que de ninguna manera asimilaba la derrota como un mal paso, sino más bien como un golpe para crecer. Acostumbrado a ganar como los grandes equipos, pero humildes luchadores en el campo de batalla, Choppy quería más. Y llegó el momento de la experiencia en la primera división. La máxima categoría lo encontraba a 85 en un período aún de formación, pero con la confianza suficiente para asumir riesgos y protagonismos. El objetivo estaba claro: mantener la categoría. Pero la seguidillas de victorias hizo nuevamente que la meta se cumpliera antes de lo previsto y la ilusión del campeonato otra vez golpeaba la puerta. Un llamado que esta vez, los dirigidos por Maty Roa no dejarían pasar. El esfuerzo, el compromiso, la solidaridad y las ganas de no quedarse otra vez en la antesala de los grandes hizo que Choppy levantara la copa en la última fecha y el sueño de dar la vuelta se hacía realidad.
Cualquiera aseguraría que es demasiado para un equipo que tan sólo tiene un año de vida. Más de uno pensaría que es difícil repetir una temporada de logros y alegrías como la mencionada. Alguno por ahí dirá que la ambición ya no será la misma. Y el más iluso afirmará que no siempre todas son tan buenas, que la racha alguna vez se termina. Pero cada integrante de 85 Choppy sabe que el éxito no pasa tan solo por un campeonato. Tampoco tiene que ver con hacer el gol soñado ni con realizar la jugada perfecta. Sabe, ante todo, que el lucimiento no se logra con un caño, una finta o una rabona. La verdadera motivación para el celeste se hilvana en otros valores. En esos mismos que permite festejar las alegrías con un asado de amigos, bancarse las tristezas con un abrazo de quién te conoce más que nadie, soltar una puteada con la confianza de un hermano o reírse hasta el llanto con el chiste cómplice más ocurrente. El secreto de 85 Choppy no está en una vitrina colmada de títulos, su valor principal se apuntala en ese grupo de jugadores y amigos que darán todo para seguir disfrutando cada día con aquel que le devolverá un guiño en cada partido. Un gesto de esos que sólo podrán entender muy pocos.

Arriba Choppy. Arriba campeón. Vamos por el BI...

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